Tanto la estrategia
corporativa, como la empresarial, tienen que entenderse como un proceso
organizacional, inseparables en muchos sentidos de la estructura, el
comportamiento y la cultura de la empresa en la que tiene lugar. Dentro del
proceso de formulación de la estrategia, es posible identificar dos aspectos
interrelacionados en la vida real, pero susceptibles de separarse para
propósitos de análisis y comprensión. Al primer aspecto se ha dado en denominar
formulación y al segundo como implantación. La decisión de lo que
finalmente será la estrategia, dependerá de las circunstancias internas del
estratega: sus conocimientos, experiencia, criterio, valores y ambiciones. La presencia
de las ambiciones del estratega está hablando del lazo emocional que pudiera
complicar la elección entre distintas opciones.
En cuanto al
componente lógico de la formulación, las principales actividades incluyen la identificación
de oportunidades y amenazas en el medio ambiente en el que se desenvuelve la
compañía, así como atribuir una estimación de riesgo a cada una de las opciones
determinadas. Antes de inclinarse por una elección particular, se debe tener presente
los aspectos en los que la empresa tiene fortalezas y en los que muestra claras
debilidades, junto con la disponibilidad y calidad de los recursos y el nivel
de alcance que tiene la empresa. Será preciso determinar, con la mayor objetividad
posible, su capacidad real y potencial para tomar ventaja de las necesidades
identificadas en el mercado, así como su capacidad para hacer frente a los
riesgos inherentes a su desempeño.
La opción
estratégica que resulte de conjuntar la oportunidad y la capacidad empresarial
en un nivel aceptable de riesgo constituye lo que podemos denominar estrategia
económica. El grado en que los estrategas desean asumir bajos y altos riesgos
depende presumiblemente de sus objetivos de utilidad. Mientras más altas fijan
las utilidades deseadas es de esperarse que estarán dispuestos a asumir un
riesgo equiparable al caso de amenazas de mercado que podrían enfrentarse
exitosamente, o de que la capacidad empresarial para sobresalir entre la
competencia logre hacerse realidad. Aquí, definitivamente, entra en juego los
valores personales, las aspiraciones e ideales de estratega que, quiérase o no,
ejerce influencia sobre la elección final de propósitos. (tomado de Henry
Mintzberg)