viernes, 21 de septiembre de 2018

El nuevo recurso humano en la estrategia



¿Quiénes formulan las estrategias competitivas en las empresas, los recursos, el capital o las personas? Son las personas; entonces, es necesario tomar en cuenta las características hoy presentes en la gente que contratan las empresas. En los últimos veinte años se han ido manifestando tres importantes cambios e íntimamente ligados que afectan las forma en que la gente es empleada; pero también es importante tomar en cuenta cuál es la nueva “filosofía” del personal contratado, de los millenials que hoy son los que postulan, desde las grandes hasta las pequeñas, empresas. Por supuesto que esto tendrá una influencia en la formulación y ejecución de la estrategia.

Primero, cada vez más las organizaciones contratan por fuera actividades relacionadas con el manejo de los recursos humanos. Segundo, las organizaciones utilizan más empleados que no son permanentes o de tiempo completo. Tercero, y más importante, a las personas se las considera cada vez más no sólo como empleados sino también como activos de valor. En consecuencia, los empleados están cambiando sus actitudes hacia el trabajo, y la naturaleza de la lealtad y el deber en la sociedad se está modificando. El impacto sobre las decisiones estratégicas requiere la comprensión de las fuerzas que impulsan esas tendencias y las responsabilidades que deben asumirse.

Actualmente se ve mayores posibilidades para la educación, mayor libertad de expresión y pensamiento, más igualdad, la erosión de las jerarquías tradicionales y el respeto, mayor movilidad social y geográfica de la mano de obra y otros cambios sociales. Hace un siglo, millones de personas trabajaban en fábricas grandes e intimidantes, aceptando una estructura de mando jerárquico y paternalista; los trabajadores se agruparon en sindicatos. Hoy, los sindicatos son más débiles, los empleados tienen mayores aptitudes y nivel de instrucción, las empresas son más horizontales y las lealtades son menores. Entonces, la conducción de la gente exige un genuino liderazgo de parte del estratega.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Oportunidad, equilibrio y temporalidad estratégica



Es muy común escuchar a los estudiantes en el arte y ciencia de dirigir negocios, preguntando sobre las oportunidades, qué forma tienen éstas, porque, dicen, no se les ve como un objeto o servicio cualquiera. Las oportunidades siempre tienen forma de necesidad insatisfecha o parcialmente satisfecha, como también se les ve como un problema aún no resuelto o resuelto a un costo muy alto. El estratega experto, con gran “olfato” para los negocios, las identifica en el mercado, la conceptualiza y define la forma de explotarla, que puede ser lanzando un nuevo producto o servicio, crear un nuevo canal de distribución o adentrarse en un nuevo sector industrial o comercial.

Identificada y conceptualizada la oportunidad, viene la parte de revisión de los recursos y esfuerzos que se necesitan desplegar para lograr explotarla con éxito. En el análisis de los recursos y esfuerzos internos nos vamos a encontrar con temas aparentemente contradictorios, que en realidad son aspectos contrarios que existen en toda la naturaleza y lo social-económico. Si el enfoque es errado, se verá una confrontación de ideas de los distintos directivos que participan en la elaboración de la estrategia, cuando lo que debería hacerse, en realidad, es lograr equilibrar o armonizar los aspectos contrarios. Por ejemplo, el corto y el largo plazo hay que armonizarlos.

El tiempo es una variable que podría hacernos incurrir en tomar decisiones erradas; la confrontación sale a la luz solamente cuando una situación se analiza en el tiempo, puesto que, en cualquier momento dado, un factor u otro estarán en su apogeo o se vuelve relevante. Es como si fuese un sube y baja: ambos lados están en el aire y ambos están en el suelo, pero, en cierto momento, sólo un lado está arriba y el otro está abajo. En forma similar, sucede con un equipo, algunas tareas se realizan en conjunto, en tanto que otras se completan en forma individual. La diferencia está en la forma de concebir los aspectos contrarios: encontrar el equilibrio, la armonía entre ellos.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Cambios, información y proactividad estratégica



El estratega de estos tiempos tiene que ser una persona muy flexible, en el sentido de saber adecuar su comportamiento gerencial a las nuevas fuerzas competitivas que se han puesto de manifiesto en cualquier sector industrial o comercial en el que sea la principal cabeza dirigente. Tiene que hacer de su empresa como el bambú, que se muestra flexible a cualquier magnitud que tenga la fuerza del viento.

En estos nuevos entornos inciertos y de cambios rápidos, los estrategas tienen que saber proporcionar estabilidad, certeza y una buena base de respuestas. Los nuevos estrategas tienen que comunicar y poner en práctica un conjunto coherente de valores y principios para que el proceso de cambio sea factible. Deben basarse en la certeza de un enfoque específico antes de conducir a la gente al cambio, y lograr convertir la incertidumbre en riesgo calculado.

Los estrategas que practican el liderazgo necesitan información para entender y comprender las complejidades de su entorno y para asegurar la acción efectiva. Pero debe ser consciente que la cantidad de información disponible en estos días es abrumadora, lo que genera la posibilidad de caer en la duda y la parálisis por exceso de análisis. La solución consiste en trabajar por medio de un conjunto de principios que permitan captar y filtrar lo relevante, para generar acción efectiva.

Los estrategas de hoy deben ser de respuestas, más que de reacciones; mejor si son de propuestas, más que de respuestas, es decir, proactivos, manejando temas planificados o emergentes con igual éxito. Conjugar ambos, no es fácil. Con mucha frecuencia, las empresas se encuentran comprometidas con estrategias y planes con visión de largo plazo que tal vez se debiliten por los acontecimientos o porque están apagando incendios y reaccionando a las circunstancias, con poco o nada de perspectiva para lograr el crecimiento sostenido.