La gente en general comprende
y acepta el cambio, de manera profunda o superficialmente; pero, son pocos los
que se hacen la pregunta, ¿qué es lo que en realidad impulsa el cambio? Quienes
están a cargo de la conducción de una empresa, que tienen que concebir
estrategias de crecimiento sostenido, están obligados a hacerse permanentemente
esta pregunta. Ellos son conscientes de que, así como cambia la forma en que
las organizaciones producen nuevas formas de valor, la tecnología impulsa
cambios no sólo en el área comercial, sino en toda la empresa, de tal manera
que afectan el contexto dentro del cual se toman decisiones estratégicas.
El factor más común impulsor
de muchos cambios radicales en la gestión de la empresa, creando nuevas formas
de valor, es la tecnología. Es trillado decirlo, pero es cierto. Los dos
factores principales que tienen que ver con el desarrollo en el actual mundo
empresarial globalizado son la demografía y la interconexión. Cuando se habla
de interconexión, se refiere al transporte y comunicaciones, y eso está
impulsado por la tecnología. La demografía, hoy, tiene que ver con la
ingeniería genética y la ciencia. Parecen dos asuntos ajenos a la formulación
de estrategias empresariales, pero son todo lo contrario. Su descuido puede
acarrear enormes pérdidas.
La demografía, por ejemplo,
examina las causas de la actual mayor longevidad, hasta en los países en vías
de desarrollo. Y, no caben dudas que, los avances tecnológicos han aumentado la
longevidad y reducido la invalidez. El impacto de este cambio se siente en una
cantidad de áreas, incluida la jubilación. La pregunta obligada ante esta
situación es, ¿se debe jubilar a la gente a los sesenta y cinco años si va a
vivir hasta los cien años? ¿Qué nuevas oportunidades de negocio y problemas
trae consigo la mayor longevidad alcanzada? Si en el futuro vamos a contar con
colaboradores adulto mayores, ¿qué tipo de competencias laborales deben tener?
La estrategia empresarial no lo puede ignorar.