Los problemas
empresariales y su contexto organizacional varían de lo más simple a lo más
complejo. Abunda la teoría
desarrollada para abordar estos problemas; pero, si bien es cierto la teoría es
necesaria no hay que tomarla literalmente, menos como receta. Hay que utilizar
los conceptos que nos parezcan más
idóneos. Tenemos que intentar apreciar en qué términos algunas teorías
específicas pueden ayudarnos a comprender más profundamente los problemas
estratégicos, y establecer marcos de referencia que nos puedan ser útiles a la
hora de sacar conclusiones. Von Clausewitz decía que, la teoría tiene el
propósito no de decirnos cómo actuar, sino de desarrollar nuestro criterio.
Dentro de la teoría
desarrollada, el concepto de Estrategia hay que tenerlo muy claro. Hoy en día,
se hace uso y abuso del término. Según Kenichi Ohmae, “lo que trata la
estrategia, lo que la distingue de todos los demás tipos de planeación de los
negocios es, en una palabra, la Ventaja Competitiva (Igor Ansoff). Si no
existiesen los competidores, no sería necesaria la estrategia.” Esta claro, ¿verdad?
Lo que le da razón de ser a la estrategia de negocios es la competencia, haber
identificado a un rival, que pretende lograr la misma porción de mercado que
nosotros, o pretende explotar la misma oportunidad que ellos también han
descubierto.
El otro concepto
fundamental, dentro de la teoría relacionada con el planeamiento estratégico,
es el de Estructura. Alfred Chandler decía que, “la estructura sigue a la
estrategia”; la estructura debe servir como un elemento facilitador a la
corporación o empresa, para lograr su objetivo estratégico. La estructura
comprende la organización de los recursos y esfuerzos, conjugados en un sistema
de tal manera que, cada acción o movimiento táctico nos acerque cada vez más al
objetivo. Entonces, la organización también comprende la forma de actividad
(procesos), la cultura y valores de la empresa, así como el poder, entendido
éste como la capacidad de lograr resultados deseados.