martes, 12 de septiembre de 2017

Cómo armonizar la oportunidad y la capacidad competitiva


Al final de cierta batalla que libró el ejercito de Napoleón, en la que salieron victoriosos, el mariscal Ney le dijo a Bonaparte: “hemos tenido suerte”. Napoleón le contestó: “¿suerte? La suerte no es más que la excelente combinación de la capacidad y la oportunidad; nunca lo olvide”. En las empresas, el estratega toma decisiones, plantea estrategias, para tener éxito en todo lo que hace, sin esperanzarse a la suerte, sino en sus propias decisiones y acciones; para lograrlo, necesita tener una visión amplia, con una actitud restringida: visión amplia, es la visión de conjunto de la situación del mercado y competitiva; restringida, es actuar de manera enfocada en algo específico dentro del conjunto. Parece contradictorio “lo amplio y restringido”; en todas las cosas y fenómenos empresariales, es así.

Para actuar de manera enfocada, disminuyendo el margen de opciones que se expanden por medio de la identificación imaginativa de nuevas posibilidades, hay que cruzar la oportunidad y la capacidad competitiva una vez que cada una de ellas ha sido definida de manera adecuada y que su rentabilidad futura ha sido calculada. Este cruzamiento de la oportunidad y la capacidad es la que permite establecer la misión económica de una empresa, así como su posición competitiva. Tal combinación está diseñada para minimizar las debilidades organizacionales y para maximizar los puntos fuertes o atributos competitivos. Y cuando la oportunidad parece superar la capacidad competitiva, habrá de evaluar la disposición a arriesgarse a que ésta logre igualar, mejor superar, la oportunidad.


No basta con ejercer el acto creativo de conjuntar la capacidad interna de una empresa, y la evolución de las oportunidades; antes habrá de señalar que, aparte de la capacidad competitiva, los principales recursos en cualquier empresa son las personas (los técnicos y administradores) y el capital; hasta fines de los años 70s, el orden de importancia era al revés. En una etapa avanzada de desarrollo económico, el dinero parece ser un problema menor y la competencia tecnológica uno mayor, y esta última parece menos crítica que la habilidad administrativa. Sin embargo, no debe suponerse que la capacidad administrativa puede salir siempre victoriosa. Un estratega puede ser muy brillante en determinado sector, pero un fiasco en otro sector que demanda habilidades distintas al sector en el que fue exitoso.

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