Al final de
cierta batalla que libró el ejercito de Napoleón, en la que salieron
victoriosos, el mariscal Ney le dijo a Bonaparte: “hemos tenido suerte”.
Napoleón le contestó: “¿suerte? La suerte no es más que la excelente
combinación de la capacidad y la oportunidad; nunca lo olvide”. En las
empresas, el estratega toma decisiones, plantea estrategias, para tener éxito
en todo lo que hace, sin esperanzarse a la suerte, sino en sus propias
decisiones y acciones; para lograrlo, necesita tener una visión amplia, con una actitud
restringida: visión amplia, es la visión de conjunto de la situación del mercado y competitiva; restringida, es
actuar de manera enfocada en algo
específico dentro del conjunto. Parece contradictorio “lo amplio y
restringido”; en todas las cosas y fenómenos empresariales, es así.
Para actuar de manera enfocada, disminuyendo el margen de opciones que se expanden por medio de
la identificación imaginativa de nuevas posibilidades, hay que cruzar la
oportunidad y la capacidad competitiva una vez que cada una de ellas ha sido
definida de manera adecuada y que su rentabilidad futura ha sido calculada.
Este cruzamiento de la oportunidad y la capacidad es la que
permite establecer la misión económica de una empresa, así como su posición competitiva.
Tal combinación está diseñada para minimizar las debilidades organizacionales y
para maximizar los puntos fuertes o atributos competitivos. Y cuando la
oportunidad parece superar la capacidad competitiva, habrá de evaluar la
disposición a arriesgarse a que ésta logre igualar, mejor superar, la
oportunidad.
No basta con
ejercer el acto creativo de conjuntar la capacidad interna de una empresa, y la
evolución de las oportunidades; antes habrá de señalar que, aparte de la
capacidad competitiva, los principales recursos en cualquier empresa son las
personas (los técnicos y administradores) y el capital; hasta fines de los años
70s, el orden de importancia era al revés. En una etapa avanzada de desarrollo
económico, el dinero parece ser un problema menor y la competencia tecnológica uno
mayor, y esta última parece menos crítica que la habilidad administrativa. Sin
embargo, no debe suponerse que la capacidad administrativa puede salir siempre
victoriosa. Un estratega puede ser muy brillante en determinado sector, pero un
fiasco en otro sector que demanda habilidades distintas al sector en el que fue
exitoso.
Muy bueno el artículo!!
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