Toda estrategia empresarial exige el fino manejo de dos funciones de la
empresa: la comercial y la financiera. Las dos están directamente relacionadas
con cualquier decisión estratégica que se tome. La función comercial, tiene que
definir claramente el mercado, segmento o nicho que se ha elegido. La función
financiera debe conseguir y colocar los recursos monetarios en las
oportunidades que permitan conseguir los objetivos. Existen tres situaciones en
las que puede encontrarse una empresa: supervivencia, crecimiento o búsqueda de
altas utilidades.
Cuando la empresa se encuentra en situación de supervivencia, la caja o
flujo de efectivo, se torna crucial. En esta situación, lo más probable es que
la empresa esté obteniendo un volumen de ventas que a lo más le permite cubrir
los desembolsos que hace mes a mes; quizás no está cubriendo todos los costos
fijos, es decir, probablemente su volumen de ventas está por debajo del punto
de equilibrio.
Si la empresa se encuentra en situación de lograr el crecimiento
sostenido, la elaboración y manejo del presupuesto es clave para seguir
creciendo. El estratega debe tener en claro la diferencia entre crecimiento
absoluto, que es el crecimiento medido comparando el año actual con el
anterior; y el crecimiento relativo, que es el crecimiento que logra la empresa
por encima del crecimiento logrado por el principal competidor, o el
crecimiento logrado por encima del mercado.
Cundo la empresa está en situación de conseguir altas utilidades,
rentabilidad, la administración de riesgos es la sub-función financiera clave para lograr los objetivos. Es necesario recordar el teorema de Joseph
Schumpeter al respecto: “los beneficios provienen únicamente de la ventaja del
innovador y desaparecen cuando la innovación se vuelve rutina”. Los altos
rendimientos del capital se basan en innovaciones, siempre acompañadas de altos
riesgos.
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