jueves, 19 de enero de 2017

El Estratega japonés


Mucha gente piensa que, los japoneses, especialmente sus estrategas empresariales, poseen algún tipo de protección divina que utilizan para lograr éxitos comerciales contundentes a nivel mundial. Esa manifestación de superioridad estratégica viene desde la crisis del petróleo de 1973, año que también estuvo acompañado de una aguda crisis económica mundial. Sin embargo, ese fue el año en que Japón pasó a ser la segunda potencia económica y comercial del mundo. ¿Cómo lo lograron? ¿Fue pura suerte? ¿Ayuda divina? ¿Capacidad desarrollada de manera original? Fue esto último, lo que jugó un papel esencial en los estrategas japoneses, líderes de las principales corporaciones. Ningún país ni compañía logra semejantes éxitos por el azar o casualidad; se debe al uso de estrategias.

Pero, ¿qué utilizaron estos estrategas japoneses para lograr semejantes éxitos que, hasta ahora mantienen? Si un occidental estudia los medios utilizados con los que se hacen las cosas en Japón, se dará cuenta que poco tienen que ver las fórmulas, técnicas y herramientas de management de occidente. Lo curioso es que, sin ellas, muchas compañías japonesas, que hoy todo el mundo conoce y reconoce, nunca antes contaron con grandes cuerpos de planeación ni con procesos de planeación estratégica complicados. Algunas se encontraban en desventaja por falta de recursos (personal, dinero, tecnología). Sin embargo, a pesar de todas esas desventajas, su desempeño en el mercado mundial fue sobresaliente. Año tras año se las arreglan para incrementar su participación en el mercado global.


Las empresas japonesas, tal vez no cuenten con un grupo de planeación estratégica como los occidentales, pero tienen un estratega de gran talento natural que es, por lo general, el fundador o director general. En el Japón de aquella época, no existían escuelas de administración; estos estrategas naturales carecían o tuvieron muy poca instrucción comercial formal, por lo menos a nivel universitario. Nunca tomaron un curso o leyeron algún libro sobre estrategia, pero poseían un conocimiento intuitivo de lo que son los elementos básicos de la estrategia. En su peculiar idiosincrasia, la compañía, los clientes y la competencia se conjugan en interacciones dinámicas que se plasma en un conjunto de objetivos y planes de acción que, llevan a la práctica de manera unificada, empujando todos, el carro en la misma dirección.

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