Las fortalezas
o, los puntos fuertes de una empresa, que constituyen un recurso fundamental
para el crecimiento sostenido y la diversificación se enriquecen,
principalmente, como consecuencia de la experiencia adquirida por la fabricación
y comercialización de una línea de productos o la prestación de un servicio.
También debe considerarse, a) los puntos fuertes y las debilidades en
desarrollo de cada uno de los individuos que integran la empresa, b) el grado
en que la capacidad individual es eficazmente aplicada a la labor de conjunto,
y c) la calidad de coordinación entre el esfuerzo y trabajo en equipo y el
individual.
La ejecución
exitosa de una estrategia empresarial, centrada alrededor de un objetivo de
crecimiento, facilita la adquisición de experiencia que puede, de manera
sorpresiva, provocar el desarrollo de capacidades que son susceptibles de
aplicarse para diversos fines. La calidad total nos ha enseñado que, una
empresa es de calidad porque tiene integrantes de calidad, no es al revés; en
tal sentido, es un asunto del personal, de qué tan capaz sea, intelectual y
emocionalmente. Entonces, una empresa será exitosa en la ejecución de sus
estrategias, si tiene gente acostumbrada a lograr con cierta frecuencia éxitos
personales. He aquí el significado de la ejecución: de nada vale que una
estrategia haya sido brillantemente concebida, si quienes la ejecutan no están
en capacidad de transformarla en éxito.
Incluso donde
la habilidad para explotar una oportunidad se nutre con la experiencia del
personal que integra la empresa, tanto en su sector como en campos afines, el
nivel de dicha habilidad puede ser muy bajo como para que se depositen en ellas
grandes expectativas, respecto a nuevas oportunidades. Para explotar
rentablemente las oportunidades de negocio recientemente descubiertas, se
necesita igualar las capacidades de la empresa a dichas oportunidades, de lo
contrario, será otra empresa competidora quien la explotará. Por eso se dice:
no es que se pierda la oportunidad, otro se aprovechará de ella. Bajo estas
consideraciones cobra sentido la mejora continua, si la empresa es líder en su
ramo; o la reingeniería si no lo es, y pretende serlo.