miércoles, 16 de agosto de 2017

Humildad para reconocer capacidades de la empresa


¿Qué es lo primero que haría usted, como cabeza de una organización, si ha identificado una gran oportunidad de negocio entre varias que descubrió? La misma, se pinta muy atractiva en términos económicos. Ya se dio cuenta usted que, logrará explotarla convenientemente si ejecuta acciones con excelencia. El buen sentido parece indicar que, lo primero que tiene que hacer para validar una elección tentativa entre varias oportunidades consiste en determinar si su organización está en capacidad de emprenderla con éxito. La capacidad de una organización es su habilidad, actual y potencial, de llevar a cabo, en contra de la competencia y la oposición circunstancial, lo que se ha propuesto realizar. El solo deseo de tener éxito no basta; tienen que haber capacidades que conviertan el deseo en realidad.

No se está diciendo nada nuevo cuando se afirma que, toda organización posee puntos fuertes y débiles, actuales y potenciales; lo curioso es que no siempre el estratega de la empresa es consciente de ellas, o las subvalúa o las sobrevalora. Ser objetivo en cuanto a reales capacidades de la empresa, no es únicamente un asunto de calidad intelectual del estratega; comprende, también, conocer las capacidades de quienes ejecutarán la estrategia. Dado que, al formular la estrategia es prudente extender o maximizar las fuerzas y disminuir o minimizar las debilidades, resulta importante determinar en qué consisten, y distinguir con claridad unas de otras. El estilo de liderazgo del estratega es determinante para que sus colaboradores pongan de manifiesto todo su potencial, y se exprese en resultados.


Una empresa tiene la misma posibilidad de conocer sus fuerzas y limitaciones y de mantener una constante y adecuada observación del medio ambiente en el que opera. Aunque lo primero conlleva mayor dificultad, la subjetividad, la falta de confianza y rehusarse a enfrentar la realidad pueden dificultar el que las empresas, tanto como sus integrantes, lleguen a conocerse. Pero, así como es esencial, aunque difícil, que una persona madura logre alcanzar un adecuado conocimiento de sí misma, es igualmente necesario que una organización pueda identificar con la mayor precisión posible su principal punto fuerte y su vulnerabilidad crítica. Muchas veces el ego y la soberbia del “brillante” estratega opacan su capacidad de tomar correctas decisiones en este sentido.

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