viernes, 13 de julio de 2018

Tramos oscuros en el proceso de tomar decisiones estratégicas



Todos los fenómenos sociales, incluso los de negocios, no tienen una trayectoria lineal, sino llena de altibajos, así guarden una tendencia creciente, horizontal o descendente; este es el aspecto o componente objetivo de la situación competitiva. Esto hace que, las decisiones estratégicas rara vez sean directas y sencillas. Pero, en este proceso también hay un aspecto o componente subjetivo, que interviene aumentando su complejidad por las características humanas de quien toma las decisiones; es decir, comprometen juicios de valor que dependen en gran medida de los conocimientos, percepciones, experiencias, valores, carácter y criterio de las personas. Esta es una de las razones que explica que tantas decisiones sean erróneas.

El propósito de este artículo es que, el lector tome consciencia de que tomar decisiones estratégicas no sólo consiste en recurrir a la abundante bibliografía que hay sobre planeamiento estratégico, y ahí encontrar la fórmula mágica que nos ahorre la necesidad de diagnosticar y analizar los hechos, los datos objetivos sobre la situación competitiva; también tenemos que recurrir a nuestra experiencia y, principalmente, a nuestro criterio, para atrevernos a diseñar o formular estrategias empresariales. Toda la teoría desarrollada al respecto no hay que tomarla como un dogma, sino como una guía para nuestras decisiones y acciones. Las herramientas y conceptos que contienen estas teorías sólo sirven para “no andar a oscuras”, nunca nos dirán exactamente cómo hacer.

Las decisiones estratégicas son las opciones que determinan la dirección del golpe principal y el éxito de las organizaciones. Si bien muchos de los encargados de tomarlas son gerentes generales, emprendedores y líderes, es cada vez más frecuente ver que los mandos medios también necesitan desarrollar esa responsabilidad, así como hacerse de una visión de conjunto que les permita comprender cuál es la contribución que debe hacer su área al logro de los objetivos estratégicos. Esto es así porque las organizaciones son más horizontales que hace tiempo y están más que nunca centradas en el cliente, además de ser impulsadas por las fuerzas del cambio y la complejidad, que son cada vez más intensas y aceleradas.

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