lunes, 22 de agosto de 2016

La visión, como lo medular de la estrategia


Continuando con el seguimiento a la evolución del enfoque estratégico corporativo y empresarial, nos mantenemos en la década de los 80 en la que aparecen Tom Peters y Robert Waterman, con su famosa obra de la época, “En Búsqueda de la Excelencia”. En esta obra ellos afirman que, tener clara consciencia de la visión de la empresa era una de las herramientas fundamentales de un ejecutivo efectivo en su toma de decisiones estratégicas, en relación con temas como: ¿dónde debería posicionarse la organización en el mercado para sostener el crecimiento? ¿Qué tipo de organización debería ser? ¿Qué principios conductores dirigen la organización y cuál es la mejor forma de evaluarlos, comunicarlos y aplicarlos? ¿Cómo debería la organización asegurarse de estar coordinada y trabajando en forma compatible?

Según este enfoque, las visiones deben se asequibles y los ejecutivos visionarios deben ser capaces de garantizar que se hagan realidad. Una organización que tenga una visión poco realista de sus reales capacidades y su mercado, tal vez se encuentre en problemas cuando vea que la rentabilidad futura de su industria se ve amenazada por otras tecnologías que dejarán obsoletas, en corto tiempo, a la tecnología actual. Cuando una organización no es consciente de sus fuerzas y es poco hábil para descubrir oportunidades, entrará en graves problemas, porque se muestra incapaz de planificar nuevos escenarios.


En tal sentido, no es sólo la visión lo que importa, sino cómo ésta se desarrolla y si se mantiene asentada en la realidad. Los ejecutivos expertos en planificar escenarios pueden ayudar a que una organización se mantenga en contacto con la realidad tanto internamente como en el entorno competitivo externo. Un enfoque inteligente de la organización tiene que abarcar y considerar como interdependientes por lo menos siete variables: estrategia, estructura, personal, estilo de liderazgo, sistemas y procedimientos, conceptos rectores y valores compartidos, y las habilidades o aptitudes actuales y esperadas de la organización. Estas siete variables se resumieron en un esquema hexagonal al que se le llamó Modelo McKinsey de las 7 Claves de la Organización.

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