La dialéctica hegeliana nos ha
enseñado que, las condiciones externas, el entorno, el ambiente, en el que
operan las empresas, son las condiciones del cambio. Las condiciones internas,
las capacidades, recursos y esfuerzos de la empresa, son las causas del cambio.
Las primeras actúan a través de las segundas; el efecto de lo externo depende de
lo interno. Los individuos que hoy laboran en las empresas deben mostrar mayor
flexibilidad. Las tendencias demográficas en los países desarrollados presentan
poblaciones más envejecidas; cada vez más algunas personas deciden trabajar
después de la jubilación tradicional, principalmente en tareas a tiempo
parcial.
Observemos el comportamiento
empresarial de las grandes corporaciones mundiales, más allá de lo que hacían dentro
de sus fronteras, es decir, en los países en desarrollo; las empresas están
adoptando perspectivas diferentes de los países en desarrollo. Durante la
última mitad del siglo veinte, la lógica preponderante en los negocios era que,
a medida que sus economías se expandían, países como India, China, Brasil,
Bulgaria y otros en Asia, América latina y Europa Central eran fuentes
disponibles de mano de obra barata y nuevos mercados potencialmente rentables.
Hoy ninguna estrategia empresarial puede basarse en la mano de obra barata, al
contrario, debe ser calificada.
La globalización, que se
profundiza cada vez más a mayor velocidad, ha hecho que las empresas tomaran conciencia
de que en esos países hay recursos humanos con talento y capacidad, de modo tal
que cada vez más se inclinan por emplear a diseñadores de software indios o
búlgaros, no sólo porque son más baratos, sino también porque con frecuencia
son mejores y más confiables. Las empresas están empezando a comprender el
potencial que existe en mano de obra especializada en lugares del mundo que
antes habían sido ignorados. La mayor occidentalización del mundo influye sobre
todo en las competencias laborales que esas personas han desarrollado en su
país.
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